domingo, 15 de mayo de 2011

Lastre.

Me gustan las palas.
sirven para cavar hoyos,
para desenterrar tesoros,
Incluso para partir cráneos.
Hoy he cavado tu tumba.
y la suya.
y la suya también.
Fascinada por los olores que emanan de la tierra húmeda
Que llegan a tener sabor y textura dentro de mi boca seca.
Y por las miles de combinaciones de sonidos que llenan la noche.
acero contra tierra.
acero contra piedra.
acero contra metal.
acero contra hueso.

Jadeo.

Hay que soltar lastre.
Al final esta parcela en medio de la nada parece la historia de los estragos cometidos por un asesino en serie. Dividida en pulcros rectángulos. Enterrados, como no, en el jardín de la casa donde su padre abusaba de él en su más tierna infancia. Un guión que se repite. Un montaje sin gracia.

Todo orden y concierto.
Papel verde desprendiéndose de las paredes.
Y ya ves. Cavando. Cavando.
Cavando.
Para seguir adelante hay que cavar, enterrar y trapichear la tierra revuelta para que no se note.
A ratos me paro y extiendo una mano sucia hacia el queso redondo y brillante de la farola.
Y es fascinante como la luz se escurre entre mis dedos.





Hay que soltar lastre.